Durante la adultez tardía, la mayor angustia relacionada con la sexualidad masculina es la disfunción eréctil. Los hombres recuerdan los muchos años en que todo iba bien allá abajo y se sienten sumamente disminuidos y preocupados por no poder volver a ser como antes.
Ciertamente, a todos nos cuesta aceptar que el cuerpo ya no responde como antes en todos los aspectos, pero el tema sexual suele tener un impacto emocional importante en nuestras vidas y en las de nuestras parejas. Lo que antes era suficiente para producir una erección, de pronto, deja de serlo, haciéndonos sentir poco vitales e incapaces de dar placer. Allí justo está el error: cuando éramos niños, la vida sexual tampoco existía y nos sentíamos llenos de vida; la adultez tardía debería experimentarse como una etapa más del ciclo vital y no como el desvanecimiento de la etapa anterior. Adicionalmente, ¡quién dijo que sin penetración no hay pasión! La pasión es mucho más que eso y es probable que no hayas trabajado en mantener esa pasión en tu relación de pareja.
Ahora bien, hay dos tipos de situaciones que causan dificultades de erección en los hombres en edad adulta tardía: (1) médicas y (2) psicológicas. Si la causa es médica, entonces tu doctor sabrá cómo orientarte y si hay algo que puedas hacer para mejorar tu vida sexual y que no afecte tu salud, te lo recetará. Si la causa es psicológica, porque en determinadas ocasiones eres capaz de conseguir la erección y en otras no, o porque eres capaz de detectar los momentos en los que los pensamientos saboteadores del placer entran a tu mente (“esta vez tampoco tendré una erección”), entonces tienes la opción de asistir con un psicólogo y/o sexólogo que te ayude a reconectarte con tu erotismo y disfrutar de la sexualidad de acuerdo a tus posibilidades.
La adultez tardía es un período que inicia alrededor de los 60 años y que suele asociarse con la jubilación laboral, por lo que no debería extrañarles que la preocupación generada por pensamientos dañinos como “ya no soy atractivo laboralmente” o “ya no soy útil” afecten la vida sexual de la persona. Ciertamente, los niveles de testosterona disminuyen con el paso de los años y las erecciones también bajan su frecuencia de aparición, pero “disminuirse las erecciones” no significa “desaparecer el erotismo”. ¿Son pocas las erecciones? ¡Pues a disfrutarlas al máximo!
Algunos tips para mantener una vida sexual plena en la adultez tardía:
Usa el conocimiento y la experiencia con tu pareja para concentrarse en la estimulación de las zonas realmente sensibles y eróticas (zonas erógenas). Verás que toda esa experiencia sirve para no perder el tiempo acariciando zonas que al otro ni le van ni le vienen. No dejes nunca de hablar de sexo con tu pareja aunque lleven tiempo sin tener relaciones sexuales, debido a que el desuso de este lenguaje erótico “congela” el verbo morboso y lo hace difícil de retomar pues la persona no se siente cómoda. Las conversaciones eróticas no tiene que ser directas, pueden utilizarse películas con alguna escena sexual o leer algún libro erótico e intercambiarlo, contarse sueños eróticos, enviarse mensajes de texto, etc. Este ambiente de complicidad sensual permitirá incrementar la libido en ambos. Mastúrbate cada vez que tengas el deseo sexual y una erección acompañe ese momento. Si tu pareja no desea tener sexo, no dejes de masturbarte. A mayor estimulación, mayor erotismo. Recuerda con intensidad aquellas fantasías eróticas que has tenido en tu vida y piensa en ellas al menos una vez a la semana (no se las compartas a tu pareja, son tuyas). Si te cuesta imaginar, puedes optar por escribirlas como una historia erótica y leerlas semanalmente para imaginarlas. Durante el sexo, busca posiciones en donde logres manejar mejor tu cuerpo y así evitar la fatiga. Examina con tu médico tus niveles de testosterona cuando te hagas tus chequeos anuales. Al final del sexo, dedica unos minutos a reflexionar en conjunto sobre lo placentero que fue el momento y cuánto lo disfrutaron. Reforzar estos comportamientos, los hará más atractivos en el futuro.