Bien es sabido que en el sexo todo es válido siempre y cuando no se le haga daño a nadie y todas personas involucradas quieran estarlo. Sin embargo, no dejo de encontrarme con pacientes, usualmente mujeres, que no se sienten a gusto con las propuestas eróticas de sus parejas.
Estas personas han llegado a la consulta preguntando si deben o no realizar dichas acciones eróticas, pidiendo permiso para decir “sí” o “no”, a pesar de ya saber que desean o no hacerlo. ¿Qué hay de trasfondo?, ¿miedo a decir que no?, ¿miedo a decir que sí?, ¿por qué? Sin entrar en profundidades en este artículo quiero dejar muy en claro que tener sexo NUNCA es una obligación. El sexo es placer y nada que se haga en contra de nuestra voluntad suena placentero. Y que una actividad que te haga sentir bien y que no le haga daño a nadie, no tiene nada de malo.
También he podido notar coincidencias en el discurso de la persona que propone el acto erótico y que encuentra un “no” por respuesta. Usualmente va acompañado de presiones de este tipo: “demuéstrame que me amas”, “eres una persona aburrida”, “necesitamos una chispa en esta relación”, “agradece que no lo hago con otra persona”, “nunca quieres nada”, etc. Realmente, nada de esto debería de ocurrir, pero si ocurre, no olvides que nunca debes traicionar tu a dignidad y tus deseos. Explora bien qué quieres, porque si la respuesta es que no deseas hacerlo, nada más importa. Si tu pareja no pareciera entender esto por rigidez mental, poca empatía contigo o cualquier otra causa, sugiere asistir a terapia de pareja para que un profesional pueda orientarlos. A veces, la persona sólo percibe excitación al pensar en esta actividad erótica y esto podría estar diciéndonos que algo no está bien y necesita ayuda profesional para canalizar su erotismo de forma más sana y adaptativa a su entorno. El profesional podrá explicarle que las fantasías no tienen porqué convertirse en realidad y buscará cómo ampliar sus “objetos” de deseo.
Pero también debo decir que en muchas ocasiones me encuentro con personas que rechazan rotundamente la propuesta erótica, pero que en el fondo desean realizar dichos actos y que por vergüenza lo ocultan: “qué pensará de mí, que soy una cualquiera”, “si acepto esta vez porque no suena tan mal, quién sabe qué me pedirá luego”, “¿y si alguien se entera? Qué vergüenza”. Si este es tu caso, tienes que lidiar con tus aprendizajes eróticos, con tu propia imagen, con lo que quieres proyectar, con tus fantasías sexuales, con aspectos religiosos y/o con tu propia historia de vida. Asiste con un sexólogo para que te ayude a integrar tu parte erótica al resto de ti.
Finalmente, les dejo algunos tips para la pareja en relación a este tema:
La otra persona puede no sentirse a gusto con la idea erótica propuesta, por lo que los “no” rotundos son válidos y nada tienen que ver con sus sentimientos por su pareja. La persona que propone debe evitar obsesionarse con la idea de ejecutar ese deseo, porque hay una gama enorme de estímulos eróticos y placenteros que no deben ser olvidados ya que los pueden unir y fortalecer como pareja sexual. No se debe presionar a la otra persona mientras analiza si desea o no realizar la actividad erótica. No debemos dar una respuesta negativa, sin antes analizar e imaginar si nos parecería atractivo realizarlo. A veces decimos que “no” como una respuesta automática, tal vez por estar molestos en ese momento, cuando en realidad podría ser interesante experimentar lo que nos propone nuestra pareja. Si los dos acceden, deben entender que el sexo regular y sin emociones extravagantes forma parte de la rutina sexual sana, por lo que no debe ser olvidado. Estas experiencias distintas de las usuales, son una herramienta más para encender la llama pasional cuando la intensidad ha disminuido, pero no deben de convertirse en rutina, dado que perderían su efecto erótico. Si requieren de apoyo para la decisión o para el manejo de una propuesta, pidan una cita con un sexólogo o psicólogo de la Clínica de la Pareja.