Relación Ácida

La mala comunicación es uno de los motivos de consulta más comunes en las terapias de pareja. Es evidente a penas entran a una consulta cuando no logran ponerse de acuerdo sobre quién empezará a hablar y relatar lo que les pasa. Usualmente señalan los errores del otro de forma incansable. Estos pacientes aseguran “no comunicarse”, pero realmente la comunicación está presente, de hecho, muy presente y llena de acidez y malos tratos.

Estas parejas padecen de dificultades en la comunicación e impulsividad en el acto de hablar. El hecho avanzado de poder, como humanos, expresarnos a través de las palabras ha hecho que muchas personas olviden que detrás de las palabras debería existir un análisis de qué digo y, sobretodo, para qué lo digo.

Hay una regla general que le indico a mis pacientes siempre: “nunca, bajo ningún concepto, hablen desde la rabia”. Cuando una persona habla desde la rabia, no es la persona quien habla, sino la rabia de la persona. Y si han pasado por esta situación, saben exactamente a qué me refiero. Es por ello que resulta imprescindible tener el control de las emociones antes de emitir palabras que, en lugar de resolver, van a dañar.

El ciclo de la agresividad en el que caen las dos personas se debe a que, cuando hablas desde la rabia, activas la defensa de la otra persona, quien también sabe hablar desde la rabia, y de hecho lo hace, generando más rabia y más defensas. Esto puede ser un ciclo que no termina.

Para apoyar a las parejas que atraviesan una relación ácida, algunos consejos:

Nunca hablen desde la rabia. Aléjense y cálmense hasta que puedan controlar el estado de ánimo negativo y poder conversar con tranquilidad. Piensen qué quieren conseguir con la conversación antes de emitir una sola palabra. Una vez que se hayan calmado, no ignoren el tema. ¡Sigue estando pendiente esa conversación! Si no la hablan, volverán a explotar. Escuchen lo que el otro tiene que decir, sin interrupción. No ofendan ni generalicen. Usen ejemplos específicos que activen tu malestar. Utilicen palabras descriptivas de lo que sienten para que la otra persona pueda ser empática. Trabajen en función de una solución, no de conversar los problemas y hacerlos más grandes. Procuren terminar la conversación con un momento de cercanía, un abrazo, una caricia o un beso. Intenten, después del cierre, hacer una actividad placentera para ambos para que la conexión emocional vuelva. Si tienen que volver a tratar el tema, háganlo usando estas mismas normas.